Viernes, 02 de Enero de 2015
Lunes, 23 de Octubre de 2000

La continuidad del diálogo

Tres hermanas, encerradas en un departamento en la gran ciudad, juegan continuamente al TEG; reciben una encomienda desde su pueblo natal conteniendo una cámara de video, una carta del Padre y un revólver. Este suceso trivial, altera la rutina de las jugadoras y da lugar a que el plomero (un parásito que se ha instalado de facto en la casa) alterne sus habituales siestas con tomas de un film, donde las tres hijas “representan” lo que el padre espera ver. Cuando el improvisado director capta datos que las hijas consideran no apropiados, se desata el conflicto subyacente. El autor de La continuidad del dialogo, Bernardo Cappa, se inspiró en un clásico del teatro universal “Las tres hermanas “de Chejov. Un rasgo característico en las obras del gran dramaturgo es la existencia de situaciones cotidianas “aparentemente” desprovistas de mayor significado. Este rasgo aparece en el texto de Cappa. En esta puesta, tanto el director, actrices y autor, creen haber encontrado en la sala del Espacio Alucia el ámbito ideal para la obra, en el cual el ámbito escenográfico influye decisivamente a transmitir el clima de intimidad, y lo opresivo de la situación que ocurre en el departamento. Todo la acción transcurre en el living, el plomero interrumpe sus citas evangélicas, para filmar su opera prima. Luego de cada toma, les muestra, (nos muestra) en un televisor lo que ha registrado. La situación empieza a ir in crescendo, a medida que se develan secretos de familia. Aquí el mandato ya se observa en los nombres de los personajes y así se organiza el relato: Betsabe (la hija del pacto) que es la que idolatra al padre, Etelvina (la amiga fiel) funciona como equilibrio, contenedora de las situaciones, Cora (la siempre virgen)es la más represiva, y el plomero Atanasio (el que nunca muere) alterna entre un lenguaje bíblico y a medida que se exita por la presencia de las hermanas, utiliza el léxico técnico de fontanero para construir insinuantes metáforas eróticas. Los actores delinean marcadamente los personajes desde el designio de sus nombres. El recurso de la filmación y él verla en vivo resulta de una innovación acertada: Por un lado, demarca el ritmo del espectáculo, y por el otro, hace que el espectador no se detenga en el televisor, sino que los actores llevan a que la mirada se vuelva hacia ellos, avanzando en la profundidad del conflicto. La continuidad del dialogo comienza como termina (las hermanas jugando al TEG) y esta continuidad parece convertirse en un ciclo, porque hay ciertos mandatos que parecen imposibles de vencer. El plomero que representaría la alteridad es el generador de conflictos, y debe ser erradicado. Las mujeres vuelven, después de ese desenlace oscuro, a transitar en un dialogo que parece nunca terminar. La continuidad del dialogo, es una obra intimista que nos lleva a disfrutar de un texto rico en citas y metáforas.
Publicado en: Críticas

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