Jueves, 01 de Enero de 2015
Miércoles, 23 de Abril de 2008

Bien, bien muy bien

Daniela Rico Artigas ganó el año pasado la mención que otorga Metrovías en su Concurso de Guiones de Teatro, con el texto Bien, bien muy bien. Así es que después de este acontecimiento estrena, en su rol de dramaturga y directora, su ópera prima en la sala Puerta Roja.

El espectáculo plantea con humor irónico el cuadro de situación de una familia de clase media con tintes seudo "progres" que se intoxicó de la neurosis de este mundo ordinario y banal. De su utopía antisistema sólo quedan residuos contaminados, pero en su añoranza de cambio, esta familia transita estados que van del optimismo extremo a la depresión. Es en este tránsito por ondulantes matices donde se configuran los personajes de esta constelación familiar y es allí mismo donde su directora, Rico Artigas, se mueve con soltura y espontaneidad bordando estos personajes.

Esta familia está conformada por Graciela, la madre, que anda en bici para todos lados, serpenteando los infatigables volantes del Microcentro. Así es que lleva una docena de llamativas riñoneras de disímil tamaño y color, para combinar según la ropa que le siente mejor en cada viaje por la city. Ella intenta adueñarse de su impaciencia y tirar para arriba ante cada desmoronamiento familiar. Le atrae lo novedoso con curiosidad de niña. Así se enamora de Patrick, un extranjero que la conquistará con la promesa del gran proyecto de vender sus diseños o artesanías wichis a los turistas en la feria. Anaís, su hija, sale de su adolescencia a los tumbos. Viendo qué hacer de su vida, se las ingenia trabajando de estatua viviente. Se preocupa por todos los que la rodean, volviéndose inmaduramente madre de su padre y de su madre. Horacio, su papá, deprimido, ya no puede ni consigo mismo y menos intentar ser sostén económico y afectivo de la familia. En este estado se dedica a hacer "cositas" para tratar de no "pensar el pensamiento". Fabiana, su novia, mucho más joven, hace contact improvisation y ahora "está en sincro" con Anaís danzando en el departamento de Graciela bajo un sonido dark. Cual adolescentes se fuman un porro acompañadas por Horacio, cuando Graciela se va a pedalear.

Con este panorama se garabatean roles en el espacio del departamento de una familia contemporánea que plantea estar "bien, bien, muy bien". El espectáculo se desarrolla con un ritmo ágil planteado por diversas escenas al mando de los actores. Y en su desarrollo va desplegando diversas aristas de una clase social atravesada por los clisés del artista o el intelectual. Con humor y patetismo logra cierta identificación en el espectador medio porteño y así estallan risas en la pequeña sala de Puerta Roja. Para que esto tome cuerpo, se entregan Sofía Carricaburu, José Tabarés, destacándose los trabajos de Marina Cohen y Guadalupe Cohen en la constitución del vínculo madre-hija.

Si bien el espectáculo tiene escenas muy bien resueltas como la de la llegada de un Patrick que nunca veremos, el final de la obra se torna confuso e inconcluso en el nivel de la puesta.

Una obra que resulta interesante leerla desde la reflexión o la crítica del hedonismo hippie que hoy se sitúa como discurso de poder aggiornado. Padres inmersos en una seudo vía antisistema sin contenido. Sería interesante imaginar a su hija en un futuro ¿Podrá librarse?

Publicado en: Críticas

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