Viernes, 02 de Enero de 2015
Jueves, 26 de Julio de 2001

El descentramiento... Una categoría estética?

Tanta mansedumbre es la puesta que a modo de homenaje está realizando Analía Couceyro en el ámbito del Sportivo Teatral. Teniendo en cuenta que nos encontramos en un espacio en donde se generan puestas con un perfil estético específico, nos detendremos a analizar las diferentes "capas" espaciales que enmarcan finalmente el espacio para este monólogo. Desde ya, la propuesta de diseñar estas "capas" contiene una idea abarcadora que va más allá del espacio concreto, ya que dentro de esta especie de "topografía" se incluye el eje temporal insertado como un nivel de juego que va desde el presente de la enunciación (del monólogo), hasta el presente del edificio –es decir, del Sportivo Teatral– con toda la carga de pasado que este mismo encierra –un modo de hacer teatro a lo largo de los años- Empezaremos desde la capa más englobadora para llegar a la más particular. En esta primer capa tenemos un ámbito (Sportivo Teatral) que existe y subsiste gracias a una coherencia ideológica que pasa siempre (con variaciones dependiendo de los que producen cada puesta) por una intensa actividad de creatividad crítica vinculada al "ser marginal" y a la lucha desde ese margen –desde lo especifico teatral hasta sus modos de producción -. Segunda capa de descentramiento: Teatro = Estudio de teatro = Espacio de experimentación, que contiene en su ambiente el proceso de productividad y no sólo la noción acabada de resultado. La tercer capa estaría dada por el espacio dentro del estudio Sportivo Teatral que elige Couceyro para representar su homenaje. Sus primeras funciones eran en el patio, debajo de la parra: Ámbito descentrado también, al costado, más allá de los márgenes del escenario. Un patio, lugar sin techo por excelencia, reino de los pájaros y del verdor de las hojas. Ruido particular, no construido. Luz particular, natural. Fondo particular, existente a priori, transformado por la acción violenta del resquebrajamiento que producen los gestos de una mujer homenajeando a otra mujer. Luego, en el margen del margen, la actriz debe trasladarse al interior, debido al frío del invierno (presiones climáticas, y no políticas culturales). El monólogo sigue en pie con toda su potencia, pero cambia de fondo, y aparecen algunas modificaciones formales. Cuarta capa: Invitación: Sábados a las 18.00: Se invita a tomar el té con torta y a las 18.30 hs. empieza Tanta mansedumbre. Horario descentrado, fuera del cúmulo teatral bonaerense en términos de tiempo. Siendo que la actividad de tomar el té ocupa un tiempo importante dentro del evento, no puede pasar como detalle; es más, parecería funcionar como parte de la propuesta teatral, si bien no es retomada esta actividad desde el texto o desde las acciones (aunque detrás, en la extraescena, quedan rastros de una hermosa y tremenda contradicción: el té y la torta –objetos representantes de una tradición burguesa de las six o’clock– luchan con el ánimo "marginal" arriba nombrado). "El único método posible de veneración y robo, fue actuar..." (palabras de Analía Couseyro en el programa de la obra) Aclaración: Se tomará en cuenta el espacio interior, y no las funciones realizadas en el patio, ya que es la que se está realizando actualmente, y no por una cuestión de gusto personal, por lo que debería abocarme al patio, definitivamente. Los textos que se escogieron para la puesta son: Lazos de familia, Felicidad clandestina, Silencio, La pasión según GH, La hora de la estrella y Un soplo de vida (Todos de Clarice Lispector, escritora ucraniana que residió en Brasil desde muy pequeña y murió en 1977 en Río de Janeiro). Ya desde la entrada queda planteado el juego proxémico con el espectador, la complicidad y el acuerdo que deberá empezar a funcionar...Una mujer entra al espacio donde la gente charla en medio del té y la torta. Un espacio que contiene no sólo sillas sino también mesas y gradas. La mujer entra y espera amablemente que el público se disponga a escucharla. Se corta el murmullo (este sería el primer espacio descentrado interno a la obra ya que el actor no se sostiene por la legitimidad que le da un espacio centrado con nombre "escenario", sino que más bien parecería que el actor debe hacerse el lugar, construirlo, en medio de esa tarde de té, para decir unas palabras). Si bien es importante la elección del espacio, parecería que nos encontramos frente a la necesidad de redefinir o especificar esta cuestión: el único espacio verdaderamente protagonista parece ser el espacio del actor, aquél que se instala entre una mano que flota queriendo ser gesto y el rostro, que narra las emociones más extrañas y más profundas (este sería el segundo descentramiento debido a que, paradójicamente con respecto al primero, en el cual señalábamos a la actriz ganándose su espacio por los bordes, sólo su acción es capaz de convertir el espacio). No hay producción, ni luz, ni escenografía que funcionen como gran soporte, sino más bien lo contrario: la actuación hace de soporte y justifica todas las capas hasta aquí nombradas. La actuación sin adornos, pelada, luego de tantas capas... Sólo vemos en la escena un tapado tirado en el piso, un banco, una luz. La mujer habla del tiempo y sabe quedarse sentada sintiéndolo. Una mujer que se nos presenta como luchadora, como débil y fuerte a la vez, y que confía en que la tristeza y la ternura tienen reminiscencias compartidas. Las diferentes voces, los movimientos en la escena y en la extraescena, son tan contados y tan acertados que todo queda perfectamente diagramado como para que lo más extraño del ser transcurra y discurra con elegancia y con vergüenza a la vez. Comprender a las gallinas, comer y enamorarse de esa acción hambruna, jugar a morir y ser feliz porque sólo fue un juego, y estar triste, siempre triste, y sonreír....Todos estos elementos componen una partitura de emociones que funcionan simultáneamente y prestan ambigüedad al mensaje. Este procedimiento convierte lo más simple, los sentimientos más conocidos y archicodificados por el cine y por el teatro, en lo más simple de lo complejo. Los diferentes textos del espectáculo funcionan continuamente, sin embargo es posible reconocer quiebres en las entradas y salidas y, por supuesto, en las diferentes historias que se cuentan. Sin embargo, prima una continuidad sintomática, dada muy probablemente por el tipo de actuación, que funciona como común denominador, como postura en el mundo. De este modo, podemos ver varios personajes llevados a cabo por una misma actriz o, más bien, un mismo personaje atravesado por la multiplicidad, por las "capas" –una vez más– de una vida que deambula desde lo más existencial a lo más coloquial. Detrás, un espejo que deja ver sus espaldas y que de casualidad refleja algún rostro de un espectador. Más detrás, ella sale corriendo, y vuelve con una carta en la mano: su cara nos crea el espacio de la ficción a través de sus gestos (la extraescena podría constituirse también como capa descentrada, como condición de posibilidad de un espacio creado en los costados de lo visible). Si nos sentamos del lado izquierdo, vemos su caminata por el pasillo. Si nos sentamos del lado derecho, vemos su imagen desdoblada en el espejo, pero debemos imaginar sus pasos en la extraescena. Cada punto de vista construye la mirada. Ninguna ubicación es punto privilegiado; sólo son puntos diferentes, miradas que se lanzan sobre un objeto que empieza a desgarrarse y empieza a construirse en el mismo actuar como poética del margen, y que permite entender a la actuación como actividad poética en sí misma, es decir, como producción, como "trabajo" (del actor). El vestuario y los textos elegidos obedecen también a la construcción de un hacerse marginal, de un modo de pensar y de mirar el estado de las cosas. En este sentido, parece necesario destacar la solidez de los textos elegidos por la actriz (también directora y puestista de Tanta mansedumbre). Ciertos pasajes resuenan también a través de la idea ya citada del descentramiento. Quitarle a los significantes sus significados más directos, descentrarlos, llevarlos al borde, al costado de una narratividad más obvia. Son claras, en este sentido, las menciones que se hacen acerca del amor: "El amor es la gran desilusión de todo lo demás. Y pocos soportan perder todas las demás ilusiones. Están los que se ofrecen como voluntarios para el amor, pensando que el amor les enriquecerá la vida personal. Al contrario: en el fondo, el amor es la pobreza. El amor es no tener..." Del mismo modo es tratado el tema de la mentira y el "falso empleo", la ceremonia del decir, del tener que decir lo que otros ordenan. Entonces, convertir la orden en algo verdadero quizás no sea lo mejor. Por ese lado queda lugar para reivindicar la mentira, la mentira como discurso posible.... "¿Soy libre o me mandan?(...) Ellos me necesitan ocupada y distraída". Por todo lo dicho tengo "la necesidad" de citar las palabras de Couceyro: "la necesidad" de la "veneración" y el "robo", transformados en pura acción, acción creativa...
Publicado en: Críticas

Comentarios





e-planning ad