He visto a Dios

Francisco Defilippis Novoa quien es considerado, junto Armando Discépolo, como uno de los grandes creadores del grotesco rioplatense. Figura esencial de la modernización vanguardista del teatro de la época. En sus obras reaparece las problemática y los deseos de la inmigración que intenta encontrar su lugar en la nueva Argentina.

He visto a dios, según el autor:
“Carmelo, el protagonista nunca ha sido perturbado por problemas trascendentes. Ha vivido su vida como el cree que era menester vivir: amontonando dinero para su hijo, única redención de su egoísmo. Pero un día, una circunstancia fortuita le trae el problema a su casa: viene a buscarlo en su refugio de misantropía absurda.
Y le golpea el cerebro en el preciso momento que una circunstancia cualquiera, la menos esperada, le arrebata también la vida del hijo.
Y empieza la tragicomedia del hombre que no se fijó más que las cosas palpables del mundo creyendo místicamente en una farsa que los que le rodean urden, para arrebatarle el fruto de sus pillerías en la vida. Carmelo es el creyente de una farsa, como antes era descreído de un misterio espiritual. Y cuando la farsa se descubre, la rabia y la vergüenza muerden el orgullo del hombre, el misterio ha tocado lo más hondo de sus sentimientos. La ascendencia mística reaparece en su espíritu. Por eso se ha elegido al protagonista entre la inmigración de países tradicionalmente religiosos, porque inconscientemente, obra en ellos una herencia mística de siglos”.

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