Tu cansancio es porque las cosas van bien!

Romina y el hombre son una pareja que se encuentra y se desencuentra con la misma velocidad con la cual las nubes de un cielo abierto se unen y se desunen arrastradas por una sudestada... Se aman pero están hartos, y se les nota, de cuestiones que alguna vez dejaron pasar y que hoy provocan la distancia. El hombre le dice:
"Vos hablabas de los símbolos y ahora estas siendo literal. Te explico: para mí, el café no es café, eran caricias. A los cuerpos que nos cuesta recibir afecto buscamos mecanismos más complejos para asimilarlo. Para mí, tus cafés batidos eran decirme que me amabas, yo bebía vida, bebía cariño infinito. ¿Vos bebiste alguna vez cariño? Cuando te fuiste comencé a envejecer. No por las canas y las arrugas lo digo, ni tampoco por el caprichoso dolor de rodillas. Es un sabor denso que me asfixia la mirada; escepticismo le dicen, imagínate que para mi ahora prepararme un café es algo parecido a una masturbación."
Y la mujer le responde:
"Estuve leyendo a Jung desde que me fui. Lo alterno con alguna novelita contemporánea, pero antes de dormir lo leo a él y los sueños son distintos, yo los veo distintos. Estoy muy angustiada, pero no me vas a ver desarmada... Dame un cigarrillo por favor, tanto aire me pone de mal humor. Debo confesar que te extraño en la cama, me acostaba con un lord y me cogías así, tan Dios..."
Envueltos en la niebla de sus sentimientos la pareja protagonista evoca, huele, intenta acceder al verdadero amor, a lo más genuino del otro... En el derrotero mágico del texto el espectador reconocerá situaciones vividas, se preguntará si su propia pareja sintió o siente lo mismo que los protagonistas y, por momentos, creerá ser el titiritero de su propia marioneta cuando, entre la risa y el llanto, mire la obra escrita y dirigida por Matías Catopodis, absolutamente involucrado en su trama.

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