Triste golondrina macho

Esto es un juego de estilo de escritura dramática. Un experimento. Una traducción sin versión en idioma original. Porque si buscamos dónde se origina, no vemos más que un apilamiento de mitos sobre colores estridentes, arriba de terminologías anacrónicas, que se montan sobre sensibilidades extremas, puestas sobre ironías perversas que hacen equilibrio sobre guiños paródicos, que se paran arriba de frases hechas subiéndose sobre relatos populares. Y así continua la inestable pila de ese supuesto original que Triste golondrina macho pretendería traducir.
Jugamos con la idea de que el pueblo de origen y los años de infancia son un lenguaje que el artista adulto traduce a su propio idioma cuando logra recibirse de sí mismo. Cuando acaba una parte del viaje y arriba al puerto de la identidad propia. Es conocida la conflictiva relación de Manuel Puig con su lugar de origen. Esos principios que le hacían doler lo llevaron a un largo viaje hacia mundos centrales, portadores de la alta cultura y del cine de las estrellas. Cuando nos encontramos con Boquitas pintadas, en esa otra pila sin principio ni final que es la biblioteca paterna, no sabíamos que estábamos frente a uno de los primeros arribos identitarios de Puig ni, muchos menos, que en el futuro seríamos fascinados por toda su obra.
Entonces, por ahora, hasta acá llegamos. Divirtiéndonos mucho intentamos poner en escena esta extraña obra. Por Manuel Puig, por la biblioteca paterna y por nuestra denodada preferencia por los trayectos antes que por los principios y finales.
Guillermo Arengo y Blas Arrese Igor

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