Bajo un cielo de verano

Muchas cosas ocurren en Bajo un cielo de verano, pero podrían ser tres: el amor, la amistad, el teatro. Hace un tiempo, en un pueblo de algún lugar del interior del país, se reúne un elenco para representar su obra de teatro "El secreto de la felicidad" y festejar el inminente fin de año. Esa noche, bajo un cielo estrellado de verano, surgirá una serie de sucesos que a todos los llevará a buscar una respuesta, una salida a sus vidas. De la obra en cuestión pudieron hacer una sola función. Hoy, 50 años después, una voz nos cuenta lo que realmente ocurrió aquella noche y, con ese relato, nos revela el devenir de sus historias personales, el encuentro con sus pensamientos, sus confesiones, sus anhelos, y un suceso que bordea lo trágico y que cambiará el curso de esa noche y de la vida de cada uno de ellos.


Los personajes, como estrellas en el vasto universo, se sentirán sometidos a los secretos designios de la misteriosa fuerza que los convoca: la pasión, el deseo, la fuga y el olvido. Y el teatro, siempre el teatro, como horizonte, anhelo, secreto, frustración, de la familia, los otros, los mandatos sociales, frente a las ansias revolucionarias, el arte y sus causas perdidas, la espera y la búsqueda.


Atravesadas por el amor, el desamor, el deseo, la contradicción, el miedo, la soledad y el extravío, frágiles siluetas fantasmales, vestidas como novias y novios para la ocasión, se combinan en una ruptura constante de la lógica del espacio y la temporalidad. Deambulan alrededor de un tablón, al compás de los acordes de un piano. Un tiempo que es un espacio místico, un ritual. Poco a poco, la noche se convierte en un puente entre dos mundos, y la felicidad, en un blanco móvil que no llegan a alcanzar.


Intensas interpretaciones actorales y una puesta en escena con vestuario y escenografía absolutamente oníricos y acompañados de una banda sonora muy bella nos muestran este recuerdo teñido del sueño, teñido de la ilusión, ajado por los años.

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