El Cruce

Del otro lado de la frontera, cruzando el Río Bravo, brilla el espejismo, la promesa de un sueño que se vuelve pesadilla, donde lo que han de encontrar es humillación, desprecio, racismo, burla, dolor y muerte.

Tras la búsqueda del sueño americano, los protagonistas se verán en la necesidad de enfrentar peligros que en muchas de las ocasiones ponen en riesgo su vida. Este vía crucis no es exclusivo de los hombres adultos, ahora los niños y las mujeres son presas más frecuentes y frágiles, ante los embates de la naturaleza y del propio ser humano que se convierten en su enemigo número uno. Esta puesta en escena recoge y dimensiona de manera poética una realidad trágica del ser humano como es la migración. Este fenómeno existe desde el origen mismo del hombre, que por naturaleza es nómada, buscando siempre mejores condiciones de vida. Para México y Estados Unidos se ha convertido en un problema político, social y de seguridad nacional.

El teatro es esa arma mágica para escudriñar nuestra aterradora realidad, y si es posible, cambiarla. La obra el “El cruce”, (Premio Nacional de Dramaturgia Oscar Liera), irrumpe esta problemática, con una fuerza artística indiscutible, que como los clásicos y buenos dramaturgos no está exenta de poesía.

El dramaturgo Alejandro Román acota: “Los actores se conmueven, se trasgreden y encarnan con desgarrada verosimilitud la tragedia de un grupo de migrantes cuya desgracia se enamora de ellos, y es entonces, que ese otro personaje, el que está del otro lado del espejo, detrás de la cuarta pared, “nosotros”, que somos alcanzados por los dardos certeros de esos personajes que se debaten entre la vida y la muerte sobre la escena, de eso se trata el teatro, de eso se trata la vida, el teatro es un acto de vida o muerte, o por lo menos en ese dilema nos instala el director, a donde asistimos a una puesta en escena que tiene muchas lecturas afortunadas.”

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