Lana Hilada

Yo te lo digo, es un instante. Un pedacito sin respirar ni latir ni nada. Un microsegundo abajo de un mantel de hule. Un derrame imaginario en el que se hierve el agua, se salta el nudo y se suelta la lana. Un propicio esperado mal movimiento de agujas que sin querer lo desteje todo. Un punto, nada más que un punto afuera del borde y zácate: cae la mosquita muerta. Cae la mosquita, la tela y la araña. Caen mis sueños. No te quiero más.

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