La barca sin pescador

Los inescrupulosos, los soberbios, los que desoyen las leyes de causa y efecto, los que pretenden arrojar piedras al lago quieto sin que se muevan las aguas; no conocen las rutas de la dignidad ni del amor verdadero. Felices aquellos que aún sumergidos en la necedad, son tocados por ese destello de luz, deciden seguirlo y trocar el camino. De este lado, el del amor, espero”, así escribió Virginia Innocenti cuando comenzó a idear la puesta en escena de La barca sin pescador. “A mi entender -dice la actriz y directora- esta obra habla del desamparo, de la orfandad a la que cruelmente los seres humanos adultos son capaces de someter a sus humanos cachorros. Me obsesionan las sociedades filicidas, consumidas por su propia voracidad...”

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