Estaba en casa y esperaba que llegara la lluvia

"Contar el mundo, mi parte miserable e ínfima del mundo, la parte que me toca, escribirla y ponerla en escena, construir apenas, una vez más, la chispa, la dureza, hablar con lucidez de la evidencia. Mostrar en el teatro la fuerza exacta que nos atrapa a veces, ésa, exactamente ésa, los hombres y las mujeres tal como son, la belleza y el horror de sus conversaciones y la melancolía que los invade de pronto cuando esta belleza este horror se pierden, huyen y quieren destruirse a sí mismos, espantados ante sus propios demonios.
Decirle a los demás, buscar la luz y volver a decírselos, otra vez. Decirlas la gracia suspendida del encuentro, la detención entre dos seres, el instante exacto del amor, la dulzura infinita del sosiego, intentar decirles en voz baja la pureza perfecta de la muerte, el rechazo del miedo y el grito frecuente del odio, el grito, nuestro pánico y nuestra angustia infantil y esconder la cabeza entre las manos, la fatiga de los cuerpos después del gozo, el cansancio que precede al dolor y el agotamiento que sigue al terror."

Jean Luc Lagarce.

La ausencia de la historia personal de cinco mujeres comienza a retratarse en cada gesto, recuerdo, memoria y grito ahogado por encontrar la verdad. Verdad que cada una la hace distinta e igual a su vez. El pasado va y viene. El pasado danza junto con ellas para sobrevivir al presente. Cinco mujeres y un joven que llega. Y en ese preciso instante de su llegada, ¿Se dejará de esperar?

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