La Irredenta

Cuatro mujeres conviven en la casa de una de ellas. Son mujeres que ejercen la profesión más antigua del mundo: son prostitutas. Soportan y sostienen una vida de opresión y violencia física y mental ejercida por Lola. Esta vida de locura y miseria se verá sacudida por una decisión que, quizás, haga cambiar las reglas del juego. "La Irredenta" nos presenta una particularísima realidad, que tiene, seguramente, sus paralelos en otros mundos, en otras realidades y propone al espectador descubrirlos. Nos muestra vidas en las que se entretejen preguntas y certezas, de niñas, de sabias, de locas.
Hay algo que une a los personajes de esta obra; la necesidad del otro para "ser", aunque esa existencia sea miserable. Lola, Dolores, Azucena y la Irredenta están inmersas en un mundo belicoso en el que cualquier guerra está perdida de antemano. Cualquier atisbo de insurrección será neutralizado por la palabra o la violencia física. Y esa libertad, tan ansiada y tan temida no está representada por la posibilidad de escapar sino por la certeza de que la libertad es poder resistir.
Los personajes de Mosquera en "La Irredenta" no se presentan como una creación verosímil del realismo. Juegan un juego perverso construido y sostenido por ellos mismos y del cual pareciera, no tienen escapatoria. Las reglas están muy claras, son conocidas por todos los personajes y están relacionadas con recursos emocionales que tienden a la colonización de la otredad. Estos recursos son la violencia física, psicológica (que se manifiesta a través del engaño y los pequeños momentos en los que acontece un atisbo de sinceridad), la calma, el arruyo y el espanto.

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