Malas compañías

Mucho antes de plasmar en papel y tinta a un personaje y una tragedia, creando por ejemplo al príncipe Hamlet, ¿acaso un dramaturgo no debe cruzarse con alguien concreto, de carne y hueso al que después modela a su gusto, recorta, agrega, ignora las objeciones y las quejas por las omisiones y desaciertos para terminar muy lejos de su fuente original?

Tal vez no, puede que la imaginación fue la única fuente que forjó la historia y la sola mano gestó los recorridos y los finales, los nombres y los lugares.

Otros podrían odiarnos por tratar de rescatar del olvido al sujeto real que inspiró Hamlet, al que nadie le importa conocer, ya que tiene menos entidad que nuestro príncipe de Dinamarca y probablemente una vida menos intensa. Sin embargo, de un encuentro casual, que promete ser breve e intrascendente puede gestarse antes de advertirlo una tempestad que cambia nuestro rumbo y va a definir nuestras vidas para siempre. De esto podría tratarse nuestra historia.

2 Histórico de funciones