El mundo empezado: cuando leíamos en voz alta

San Agustín se asombró al ver a Ambrosio, obispo de Milán, leer en silencio, mudo frente al texto. ¿Cuándo fue que el lenguaje perdió sus ropas sonoras para convertirse en algo sutil, inmaterial y silente? El Mundo Empezado retoma la tradición de la lectura sonora, palpable. Tomando como partida la sonoridad del propio lenguaje, ese "goce perdido" del que habla Pommier, trabaja la poesía como una pieza de música que incluye a lo sonoro como un todo: las voluptuosidades de la lengua con sus silencios, pero también el ambiente, la reverberación, los sonidos que aparecen y desaparecen en un mundo que al moverse vibra y al vibrar, inevitablemente, suena.

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