La Correa

Esta es la historia de una madre que no puede, que no quiere, que no sabe convertirse en santa. Es la historia de una mujer que corre en el desierto, que se pierde entre las noches oscuras y frías, para despertar deshidratada por la mañana. En las noches sin estrellas piensa en la muerte, pero recuerda que no es santa, que no puede, que no quiere, que no sabe. Se mantiene con vida. Sabe que no está sola, sabe que no es la única.

Sobre La Correa

La narración de este espectáculo unipersonal nos propone sumergirnos en la intimidad del puerperio, cuestionando los mandatos que atraviesan la maternidad. En una especie de santuario una mujer se convierte en madre inesperadamente. Mientras sobrevive a los avatares de los primeros días invoca sin quererlo a la Difunta Correa, una santa popular pagana que amamantó en el desierto aun después de muerta. Juntas transitan en el espacio los estados que se les presentan en constante desequilibrio y desorden más allá de los tiempos. Como quiebre y apoyo de estos dos mundos aparece Dolores, una vecina madre que desde la vereda de enfrente y producto de la experiencia le trae a nuestra protagonista un poco de calma y amparo.

El personaje de La Difunta, aparece en la obra quebrando el mundo cotidiano: “Vivía absorta, inmersa en un ensueño, medio ausente” dice cuando está en el desierto, pero también podría decirlo una mujer puérpera. El sacrificio propio de la mujer a la que todos le piden y todo lo cumple, refleja un mandato histórico ¿Será que nos empujan a ser todas como la Difunta Correa?

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