No te vayas sin decirme a dónde vas

Sabemos que nada perdura más allá de la muerte, que el tiempo se nos escapa, intangible y fugaz, inasible y eterno, que aunque intentemos atraparlo, detenerlo y apropiarnos de su duración, tal hazaña se vuelve presente, nada es, todo será. Pero ¿Cuánto dura ese presente?, ¿cuáles son las maneras de suspender la linealidad del tiempo?, ¿se puede detener algo intangible? .
Quizás por eso nos aceleramos, para perdernos en una aglomeración confusa de sucesos, personas o cosas, que van dando tumbos y perdiendo poco a poco el sentido, descomponiéndose en fragmentos que se alejan de sí
mismos y van cayendo en un consumo sin fin.
¿ Y si dejamos de ganarle al tiempo llevando nuestra experiencia hasta el final de una posibilidad? ¿Podríamos capturar un instante al mirarlo para tomar conciencia del tiempo que somos?

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