Las mujeres entre los hielos

Con el tiempo me fui interesando cada vez más por esa geografía -escribe la autora- sobre todo lo que un lugar de esa inmensidad puede provocar en los seres humanos que allí habitan. Me aproximé a este territorio sin una búsqueda rigurosa sino a través de mi mitología sobre estas tierras. Y así, de a poco, a medida que construía este espacio fui delineando también a las mujeres que habían habitado la base científica y luego habían huido atravesadas por la hondura de la soledad blanca. Y durante la escritura fue apareciendo lo que a mi entender es el tema principal de la obra: el recordar.
¿Qué es un lugar en definitiva? Lo que hemos vivido allí, lo que trajimos aquí de lo vivido allí. Así, la obra fue discurriendo entre recuerdos tangenciales, mínimos y singulares de cada una de las mujeres. Alaska se ve a través de esos cuerpos, no existe más que en cada una de ellas. Este sentido fue apareciendo de a poco, y en cada reescritura de la obra lograba acercarme más a la potencia de lo que quería trasmitir, ese estado de extrañeza en el que uno no ha vuelto pero tampoco ha permanecido, un limbo en el que cada sensación se imprime en el cuerpo con intensidad y donde aún no hay lugar para certezas.
Y el recuerdo no es ni bello ni sombrío, tal vez todo eso junto. Presenciamos la extrañeza del volver, la incomodidad de unos cuerpos que no encuentran un hogar, una palabra certera que les corrobore que ellas de verdad, han vuelto.

"Las mujeres entre los hielos", primera obra de Agustina Muñoz, ganó el Primer Premio Nacional de Dramaturgia del Instituto Nacional del Teatro 2006.

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