El Quijote no existe

El Quijote no existe es el telón donde se cuelgan los talentos de dos hombres conocidos en la escena teatral: el dramaturgo Jorge Díaz y director-actor Pablo Krögh. La obra, realizada como monólogo, se construye desde el punto de vista de un escritor fracasado que cree haber producido una obra determinada y percibe que ni consiguió lo que quiso decir y lo que los demás recibieron también es distorsionado. Estos constantes malentendidos, equívocos y diálogos de sordos, son lo que acerca el hecho creativo a la situación psicopatológica fronteriza con el delirio esquizofrénico.
El acto creativo es siempre la transgresión de una norma, aunque sea un acto compulsivo con sólo una conciencia racional parcial, al creador le producirá una doble sensación de placer y dolor. Es un intento ciego por comunicar algo (a veces inconsciente) y su consiguiente frustración se produce al percibir una distorsión o rechazo en la recepción.
Este punto de ruptura, esta contradicción insensata, da origen al dolor, al extrañamiento del creador frente a su obra. Ser inconformista, rupturista y esperar la aprobación de los demás es un dilema sin solución.
Cervantes (o el Quijote) fue un resentido porque sus pretensiones literarias no se correspondían con sus reiterados fracasos tanto dramatúrgicos como poéticos. Todo esto lo hace ser rabioso y escéptico, altivo y, sin embargo, dispuesto a humillarse para conseguir prebendas en la Corte; un utópico que es mantenido por su esposa y su hermana. Y este personaje irónico, sarcástico, libertario y fracasado, es capaz de crear, a pesar suyo, un retrato de lo humano de una profundidad enorme; de describir con siglos de anticipación al hombre contemporáneo.

1 Histórico de funciones